LA PEDAGOGÍA DEL AMOR
              Francisco Tintos Lomas.            
    Desde que los Sofistas, en el siglo V a. C., institucionalizaron la  enseñanza y fundaron la pedagogía, muchas y muy diversas teorías pedagógicas se han sucedido en el transcurso de la historia. Desde diferentes concepciones de la educación y fundándose en principios filosóficos y antropológicos heterogéneos cada una de ellas ha pretendido diseñar las técnicas y los métodos didácticos más adecuados para desarrollar el proceso educativo de la manera más apropiada y eficaz. 
      Pero no pretendo ahora exponer y analizar, a modo de compendio histórico, doctrinas tan dispares. Mi propósito es centrar mi reflexión en torno a algo que transciende y, a la vez, envuelve a todas las teorías pedagógicas por muy diversas que sean. Lo he llamado  “ pedagogía del amor”. No se trata de una doctrina nueva. No es una teoría propiamente dicha. Es, más bien, un estilo educativo, un talante, una actitud que todo educador debe encarnar.  Su validez es pues extensible tanto a los padres como a los profesores. 
   El eje fundamental que vertebra la pedagogía del amor es, obviamente, el amor, porque él  constituye uno de los pilares básicos en los que ha de sustentarse la educación, ya que el amor genera un movimiento empático que provoca en el educador la actitud adecuada para comprender los sentimientos del educando y, en cierto modo, prever  su comportamiento. Es necesario, pues, reflexionar sobre el amor y analizar sus implicaciones, exigencias o manifestaciones en el proceso educativo, a fin de perfilar algunos de los rasgos más sobresalientes que configuran la pedagogía del amor, sin la pretensión de agotar el tema y como una mera invitación a la reflexión.
   La pedagogía del amor exige reconocer y aceptar al educando tal cual es y no como nos gustaría que fuera, porque sólo conociendo y aceptando sus valores y sus defectos, sus aptitudes y  sus carencias propenderemos a potenciar y desarrollar los primeros y a corregir y a enderezar los segundos. Es demasiado frecuente la tendencia de los padres a establecer comparaciones entre los hermanos y de los profesores entre los alumnos. Pero es un error, porque las comparaciones son siempre odiosas y no benefician ni al que es elogiado, porque fomentan en él sentimientos de superioridad y orgullo, ni al que es censurado, porque  disminuyen su autoestima. Cada uno es como es y en toda persona hay siempre un acervo de cualidades valiosas. Si le aceptamos, le enseñamos a aceptarse a sí mismo y le demostramos que no le queremos por sus éxitos, sino por él mismo. La aceptación constituye, pues, el punto de partida del proceso educativo.
   Pero no es suficiente. La pedagogía del amor exige al educador que reconozca cada uno de los logros del educando y lo felicite por ello, porque su personalidad es inmadura y necesita continuamente del estímulo, del aliento y de la motivación para seguir adelante. De ahí que las burlas y ridiculizaciones y, más aún, las descalificaciones, aunque sean en tono de broma, incrementen su inseguridad, le produzcan malestar y disminuyan su autoestima.
   La pedagogía del amor requiere atención y disponibilidad temporal para escuchar y ayudar al educando a resolver sus problemas y dificultades, por nimios que  puedan parecernos, ya que para él son muy importantes. Diversos factores de la sociedad actual inciden negativamente en la convivencia y reducen las relaciones en la familia. El adolescente pasa las horas junto al televisor y se refugia en su fantasía diurna o en su pandilla para buscar ayuda a sus problemas.
   La pedagogía del amor busca la verdad y la autenticidad y, por ello, sus  respuestas son siempre sinceras. Rehúsa la mentira y, bajo ningún pretexto,  pide al educando que mienta, porque la mentira enturbia las relaciones y conduce a una pérdida de credibilidad en el educador. Por  eso no tiene inconveniente en reconocer sus errores y admitir sus equivocaciones. De este modo, conseguimos que el educando nos valore mejor y se forme una opinión más favorable de nosotros y, al mismo tiempo, le enseñamos a reconocer y admitir sus propias equivocaciones.
   La pedagogía del amor es serena a la hora de tomar decisiones o de establecer compromisos, pero no vacila a la hora de cumplirlos. El continuo cambio de opinión, la falta de una línea coherente, el decir y no hacer, engendra en el educando inseguridad. Es necesario meditar y tomar las decisiones con serenidad  y ejecutarlas con firmeza.
   La pedagogía del amor conoce la psicología del desarrollo y sabe que la adolescencia es la etapa que mayores dificultades entraña en la evolución de la vida del hombre, porque en ella se producen importantes y profundos cambios biológicos, psicológicos y sociales, que pueden originar continuos conflictos y desajustes en la personalidad del educando y que requieren la mirada atenta y serena del educador para comprender la nueva situación, evitar posibles desviaciones, de consecuencias nefastas, y encauzar debidamente la acción educativa hacia su finalidad específica.
   La pedagogía del amor es consciente de que la educación tiene como objetivo fundamental el desarrollo integral de la personalidad del educando y, por ello, no reviste un carácter reduccionista, limitándose a ser una mueva transmisora de conocimientos, sino que, además de esa dimensión informativa e instructiva, procura atender a la dimensión formativa, facilitando al educando la interiorización de los valores necesarios para afrontar la vida conforme a su dignidad de persona. Distinguía Garcia Morente, filósofo contemporáneo nacido en nuestra provincia, entre cultura colectiva y cultura personal. La primera  - objetiva, común y mostrenca – es el conjunto de saberes con que el hombre se encuentra al nacer, unos saberes que están ahí al alcance de todos y que son comunes a los hombres de una misma generación . La segunda, en cambio,  - subjetiva, singular y original – es la apropiación que cada uno hace de esos saberes comunes. Sin duda, es la cultura personal la auténticamente valiosa, la que determina el desarrollo de cada persona, la que permite que cada uno adquiera, como subraya López Aranguren, ese carácter moral, ese talante, esa personalidad que le configura y le define como tal.
   La pedagogía del amor asume el sentido de la responsabilidad inherente al educador y siente necesidad de establecer mecanismos de colaboración entre padres y profesores para que la acción educadora, siempre árdua y difícil, alcance sus objetivos y proporcione al educando los medios necesarios para su desarrollo y maduración, procurando aunar esfuerzos y compartir tareas en una línea de coherencia y diálogo permanente que impida la percepción de imágenes distorsionadas o contradictorias de la educación, siempre nefastas porque producen desconcierto e inseguridad en la ya insegura personalidad de los jóvenes. Si los padres y profesores, máximos responsables del proceso educativo, no impulsan una acción conjunta, cada uno desde su ámbito, o adoptan una actitud inhibidora  - a veces, aunque no se inhiban  -  o hacen dejación de sus funciones, otros agentes menos adecuados – tal  vez, deseducativos – los reemplazarán y vendrán a ejercer su poderosa influencia.
   La pedagogía del amor reconoce la suma importancia de la educación en valores para el crecimiento armónico de la personalidad del educando y su incorporación a la vida social y colectiva. Es cierto que en una sociedad plural, como la nuestra, los códigos axiológicos no son siempre coincidentes. Pero es falso afirmar que hay una crisis de valores o que la juventud carece de ellos. En todo caso, la  crisis estaría referida a determinados valores que han sido sustituidos por otros, porque, como afirma Max Scheler, cada época histórica estima y prefiere unos valores para los que han sido ciegos los hombres de épocas anteriores. Respetando, pues, las diferencias, debe existir un consenso en cuanto a un número mínimo de valores que emanan directamente de las exigencias de la convivencia democrática, como pueden ser el respeto, la tolerancia, la cultura de la paz, la justicia, la solidaridad, y un largo etcétera.
   La pedagogía del amor tiene conciencia de que la efectividad del proceso educativo depende, en gran medida, del grado de confianza del educando y de la credibilidad que le merezca el educador, porque el adolescente vive una situación ambivalente, ya que, por un lado, su inseguridad le induce a confiar en sus educadores, pero, por otro, su fuerte espíritu  crítico y su afán de independencia y autonomía para reafirmar su yo le impulsan a cuestionarlo todo y a rechazar, como obsoleto y desfasado, cualquier principio que provenga de los adultos, refugiándose en su soledad o en sus amigos, donde no experimenta una sensación de subordinación, sino de igualdad.  De ahí que trate de expresar su mismidad  a través de diarios íntimos o mediante la apropiación de modelos idealizados (posters, fotografías,...) o cambiando su aspecto externo y su vestimenta o adoptando incluso un vocabulario propio de su generación. Pero esta búsqueda de identidad personal se produce en una etapa en la que su vida está sembrada de incertidumbres y de dudas, desconoce sus capacidades reales, requiere la aprobación social de su conducta,  su personalidad es influenciable y maleable y, aunque abiertamente rehúsa la intervención de los adultos, necesita su orientación para saber a qué atenerse y asumir el papel más conveniente.
   La pedagogía del amor es sumamente comprensiva, porque reconoce las necesidades e intereses del educando, atiende su problemática, sabe que la afectividad ocupa un lugar relevante en la psicología del adolescente y que esta hiperemotividad  arraiga en sentimientos profundos y se manifiesta mediante cambios bruscos de humor, falta de autocontrol y continua inestabilidad  emocional. Por ello los educadores deben ofrecer una imagen de equilibrio emocional y, armados de paciencia, comprender la situación y  tratar de canalizarla con mucho amor, sin  perder los nervios, con dulzura, con amabilidad y sin esperar recompensas, porque el amor ha de tener un sentido oblativo y no buscar gratificaciones ni agradecimientos, ni regatear esfuerzos, ni escatimar tiempo. La educación no suele tener una rentabilidad inmediata, pero es la mejor inversión de futuro que se puede hacer.
   La pedagogía del amor rehúsa toda actitud autoritaria o  hiperintervencionista, que se jacta de imponer siempre su voluntad y hacerse obedecer sumisamente o de proteger exacerbadamente al educando, ignorando y asfixiando su incipiente personalidad, porque tanto el autoritarismo como el superproteccionismo generan personalidades débiles y dependientes o suscitan la rebeldía del adolescente Pero rechaza, igualmente, la cómoda actitud que, creyendo inspirarse en un aire liberal, adopta una posición de permisividad absoluta, con intervenciones raras, vacilantes y sin firmeza, porque ello equivale a desentenderse de la educación y esta carencia incide muy negativamente en el desarrollo armónico de la persona, aumenta la inestabilidad emocional del adolescente y, en la mayoría de los casos, su grado de conflictividad y puede, incluso, dar lugar a serios trastornos de personalidad. La educación reclama la existencia de autoridad y esta autoridad reside necesariamente en el educador. No cabe duda de que su ejercicio es muy difícil y, desde luego, menos gratificador que dejar hacer, pero es indudable que su presencia resulta imprescindible en el desarrollo del proceso educativo. La autoridad que deben ejercer los educadores no es una autoridad coactiva, ni se opone a la libertad del educando, ni es egoísta, sino que está pertrechada de amor, se adapta  a las necesidades del adolescente, reviste un carácter orientativo, canaliza sus sugerencias e iniciativas, pero no tolera todos sus caprichos y tonterías, es respetuosa con las normas y no vacila en aplicar con rigor las reglas del juego democrático.
   La pedagogía del amor es consciente de la complejidad del proceso educativo y de la conflictividad que comporta la convivencia, mayor aún en un   periodo de formación, pero sabe que los conflictos generan frustración y que ésta tiene como consecuencia inmediata la agresividad, una agresividad que puede ser intrapunitiva, si está dirigida sobre el propio sujeto y entonces puede originar ciertos complejos, o extrapunitiva, si se desplaza y se dirige contra personas u objetos que nada tienen que ver con la causa de su frustración, en cuyo caso se convierte en fuente permanente de violencia y agresión . Por ello la pedagogía del amor se apresura a resolver los conflictos y lo hace del modo más eficaz posible, es decir, de manera serena y reflexiva, utilizando siempre el diálogo e intentando convencer mediante argumentos racionales. Estos procedimientos no siempre darán resultado, porque la conflictividad, en muchos casos, es fruto de esa inestabilidad emocional y de esa necesidad de reafirmación del yo que caracterizan al adolescente. En tales circunstancias, será necesario recurrir a otras medidas, incluido el castigo, pero estas medidas se tornarán ineficaces si su uso es abusivo.
   La pedagogía del amor, en fin, asume el gran papel del educador en la educación y su innegable influencia sobre el educando. Por ello termino con estas palabras de García Morente: “ Todos conocemos en nuestro derredor hombres varios y vemos que algunos atraen más, educan más que otros. ¿ Por qué ? No cabe dudarlo: los más influyentes, los más atractivos, los más educadores son los que con mayor plenitud realizan valores positivos; son los modelos que propendemos a imitar, porque los admiramos y los amamos. En general, puede decirse, pues, que todo educador ha de ser un buen modelo, ha de realizar en sí mismo altos valores”.
 
El amor es el principio pedagógico esencial. De muy poco va a servir que un docente se haya graduado con excelentes calificaciones en las universidades más prestigiosas, si carece de este principio. En educación es imposible ser efectivo sin ser afectivo.
ResponderEliminarNo es posible calidad sin calidez. Ningún método, ninguna técnica, ningún currículo por abultado que sea, puede reemplazar al afecto en educación. Amor se escribe con "a" de ayuda, apoyo, ánimo, aliento, asombro, acompañamiento, amistad. El docente es un amigo que ayuda a cada alumno, especialmente a los más carentes y necesitados, a superarse, a crecer, a ser mejores.
Amar significa aceptar al alumno como es, siempre original y distinto a mí y a los demás alumnos, afirmar su valía y dignidad, más allá de si me cae bien o mal, de si lo encuentro simpático o antipático, de si es inteligente o lento en su aprendizaje, de si se muestra interesado o desinteresado. El amor genera confianza y seguridad. Es muy importante que el niño se sienta en la escuela, desde el primer día, aceptado, valorado y seguro. Sólo en una atmósfera de seguridad y confianza podrá florecer la sensibilidad, el respeto mutuo y la motivación, tan esenciales para un aprendizaje autónomo.
Educar es un acto de amor mutuo. Es muy difícil crear un clima propicio al aprendizaje si no hay relaciones cordiales y afectuosas entre el profesor y el alumno, si uno rechaza o no acepta al otro:
El amor es también paciente y sabe esperar. Por eso, respeta los ritmos y modos de aprender de cada alumno y siempre está dispuesto a brindar una nueva oportunidad. La educación es una siembra a largo plazo y no siempre se ven los frutos.
Amar no es consentir, sobreproteger, regalar notas, dejar hacer. El amor no se fija en las carencias del alumno sino más bien, en sus talentos y potencialidades. El amor no crea dependencia, sino que da alas a la libertad e impulsa a ser mejor. Busca el bien-ser y no sólo el bienestar de los demás. Ama el maestro que cree en cada alumno y lo acepta y valora como es, con su cultura, su familia, sus carencias, sus talentos, sus heridas, sus problemas, su lenguaje, sus sueños, miedos e ilusiones; celebra y se alegra de los éxitos de cada uno aunque sean parciales; y siempre está dispuesto a ayudarle para que llegue tan lejos como le sea posible en su crecimiento y desarrollo integral. Por ello, se esfuerza por conocer la realidad familiar y social de cada alumno para, a partir de ella, y a poder ser con la alianza de la familia, poder brindarle un mejor servicio educativo.
Algunos, en vez de hablar de la pedagogía del amor, prefieren hablar de la pedagogía de la ternura para enfatizar ese arte de educar con cariño, con sensibilidad, para alimentar la autoestima, sanar las heridas y superar los complejos de inferioridad o incapacidad. Es una pedagogía que evita herir, comparar, discriminar por motivos religiosos, raciales, físicos, sociales o culturales. La pedagogía de la ternura se opone a la pedagogía de la violencia y en vez de aceptar el dicho de que "la letra con sangre entra", propone más bien el de "la letra con cariño entra"; en vez de "quien bien te quiere te hará llorar", "quien bien te quiere te hará feliz".
La pedagogía del amor o pedagogía de la ternura es reconocimiento de diferencias, capacidad para comprender y tolerar, para dialogar y llegar a acuerdos, para soñar y reír, para enfrentar la adversidad y aprender de las derrotas y de los fracasos, tanto como de los aciertos y los éxitos. La ternura es encariñamiento con lo que hacemos y lo que somos, es deseo de transformarnos y ser cada vez más grandes y mejores. Por esto, ternura también es exigencia, compromiso, responsabilidad, rigor, cumplimiento, trabajo sistemático, dedicación y esfuerzo, crítica permanente y fraterna.
Excelente...
ResponderEliminarLa pedagogia del amor invita al maestro a que haga uso de su verdadera vocación, de sus valores y virtudes en el diario acontecer de su profesión; es así pues como hace un llamado al educador para que sea comprensivo, tolerante y antes que maestro, profesor, educador, sea ante todo amigo de sus alumnos, se gane su confianza, su respeto y su cariño; que sea ese guia que reclama la escuela, ese compañero de sus alumnos que en un momento de desahucio él siempre esté ahí, brindando al joven su apoyo y compresnión para que encuentre una chispa de luz en medio de las tinieblas y la oscuridad.
ResponderEliminarGracias por su aporte Luz María...
ResponderEliminarSolo un breve comentario de algo que comentábamos la profesora Lucy y yo sobre como en el caso de los profesores de secundaria, por el gran número de estudiantes que tenemos a nuestro cargo durante un año escolar (en ocasiones hasta 200 estudiantes), nos lleva a no poder conocer a cada uno en sus problemas y necesidades. Nuestra atención se centra en los más tremendos o en los de mejor rendimiento, pero como la profesora me decía es en el nivel medio donde existe la mayor problemática. Procuremos entonces poner un poco más de atención a nuestros estudiantes, aunque en ocasiones nos parezca cuesta arriba, para así tratar de respetando sus diferencias darles Amor, aplicando la Pedagogía del Amor. Beatriz Hernández Grupo 13.
ResponderEliminarMuy acertado su comentario Beatriz. Realmente debemos hacer los esfuerzos que sean necesarios para guiar y orientar adecuadamente a nuestros alumnos, atendiendo al hecho de que la educación es integral, debemos formarlos no solo en la materia que nos corresponda impartir, sino tambien inculcar valores en función de su formación como individuos íntegros, que en un futuro serán la generación de relevo. Así mismo debemos tener presente que omo educadores, somos el modelo a seguir!!!...Gracias por su aporte...
ResponderEliminarLa pedagogía del amor tiene la pretensión de que el docente y el personal de la educación reflexionen y decidan actuar en función de una educación verdaderamente integral y que no sea circunstancial, pedagogía que debe ser la que utilicen los niños (as), que sea utilizada como un libro que ayudará a los educadores a que piensen, sientan, reaccionen y apliquen lo mejor que puedan para la reflexión y la enseñanza, ya que, es imposible que el docente no piense en el bienestar, en la felicidad y la mejora del niño. Por lo tanto, la educación con calidad se hace con niños nutridos, padres responsables, docentes capacitados y una infraestructura adecuada.
ResponderEliminarMuy bueno el contenido del blog me gusto mucho el video de Pedro es una historia real q vivimos dia a dia en las aulas, por eso la importancia de que cada docente conozca realmente a sus estudiantes para poder fortalecer los aprendizajes y superar las debilidades. La pedagogia del amor se refiere a el buen trato q debe darseles a los niños, respetando las individualidades que cada uno posea, ser formadores pero también, ser humano dispuesto a darle la mano cuando la necesiten y acompañarlos en sus alegrias y tristezas por que el amor es el sentimientos mas hermoso que toda persona posee.
ResponderEliminarel comentario de lideres del siglo xxi lo realizo Kiosmar Muñoz
ResponderEliminarMaria Barrios dice:La pedagogía del amor es un don que se nos da desde nuestra concepción y tenemos que aplicarla día a día, y más si escogimos esta profesión como es ser educadora, ya que quien enseña con amor enseña con el corazón, es como si fueran nuestros hijos que nos necesitan en ese trayecto de vida y todo lo que se enseña de corazón da mejores resultados y es más significativo en nuestros jóvenes que quizás sigan el mismo ejemplo que le damos siguiendo tan digna profesión como lo es educar. Saludos profesora.
ResponderEliminarNadie puede exigir lo que no da y nadie puede dar lo que no tiene. Para formar valores en los estudiantes debemos primero tener valores los docentes y por ende ejercer el liderazgo pedagógico.
ResponderEliminarNo podemos tratar a los estudiantes como manejamos las cosas o pertenencias materiales; los estudiantes tienen vida, emociones intereses y voluntad propia, igual que nosotros. Si queremos influir educativamente en los estudiantes, no debemos criticarlos delante de los otros, descubrir sus defectos en público, ni amenazarlos ni herir sus sentimientos de orgullo; por el contrario debemos contribuir a que se sientan importantes, es decir, considerados, reconocidos y estimados ya que esto permitirá lograr en ellos una mayor complacencia para realizar las tareas docentes que le sugerimos.
Si los estudiantes sienten hacia nosotros sentimientos de discordia y malos pensamientos es imposible lograr atraerlos a nuestra manera de pensar o que desee cooperar. El amor y el afecto que le demostramos a los estudiantes descubre y promueve concordancias y el resentimiento revela y fomenta discrepancias.
Hay que demostrarle a los estudiantes nuestro afecto de forma creativa, es decir, con un piropo, una frase de aliento, una poesía, un apretón de mano, un abrazo, un beso. Debemos cambiar nuestra mentalidad y actitud imprimiendo una alta carga afectiva y motivacional a nuestro modo cotidiano de actuación pedagógica, debemos complementar la pedagogía tradicional con la pedagogía del amor; debemos tratar con cariño y amor a nuestros estudiantes, ser afectuosos con ellos, no ser impulsivos ni maltratarlos. El amor constituye uno de los pilares básicos en los que se debe sustentar la educación, ya que el amor genera una empatía que provoca en el educador la actitud adecuada para comprender los sentimientos del educando, y en cierto modo, prever su comportamiento.
El éxito de una institución educativa es simplemente el reflejo de la motivación, compromiso y actitud de sus actores educativos. Los cambios ocurridos en la sociedad obligan a desarrollar una educación diferente donde el docente debe tener una formación espiritual, más sana, una pedagogía del cariño, del amor, de la ternura, de afecto. Eso es lo que debe imperar en nuestros salones de clase ya que si se emplea una actitud agresiva o le presentamos cara de pocos amigos provocaremos en ellos la misma postura. Si los estudiantes sienten hacia nosotros sentimientos de discordia y malos pensamientos posibles que se logre atraer a nuestra manera de pensar que desee cooperarnos. El amor y el afecto que le demostremos a nuestros estudiantes descubre y promueve concordancias y el resentimiento revela y fomenta discrepancias
ResponderEliminarHoy en día, la educación busca formar personas felices competentes, interpersonalmente e intrapersonalmente y sociogrupalmente
ResponderEliminar(Miguel de Zubiría) es por esto que los docente debemos empezar a enseñar basados en la pedagogía del amor.
contribuimos a que los alumnos se sientan importantes; es decir, considerados, reconocidos y estimados lograremos en ellos una mayor complacencia para realizar las tareas docentes que le sugerimos y sacaremos un mayor provecho de sus conocimientos y no podemos olvidar que el estudiante nos devuelve la misma actitud que le ofrecemos Si empleamos una actitud agresiva o le presentamos cara de pocos amigos, provocaremos en él la misma postura.
El amor y el afecto que le demostramos a nuestros estudiantes descubre y promueve concordancias y el resentimiento revela y fomenta discrepancias. Es por esto que no se equivocan quines dicen que” Educar es una obra de infinito. Indudablemente estamos llamados a enseñar en amor para que el desempeño en el aula se realice con mayor fluidez
la pedagogìa del amor no es un concepto nuevo ni una palabra que esta en voga,es una actitud es un compromiso,un estilo a utilizar en una de las misiones mas importante de la humanidad como lo es enseñar,Howard Hendricks en su libro enseñando para cambiar vidas expresa:que la instrucciòn eficaz ocurre de corazòn a corazòn y no de cabeza a cabeza,estamos tan envuelto en la era de la informaciòn que dejamos la espiritualidad y los sentimientos como el medio con el cual nos conectamos con el mundo a un ùltimo plano,en algunas culturas como la hebrea el corazòn es representado como el asiento de los sentimientos en el individuo,a este respecto ellos referian que en el corazòn residian el intelecto,las emociones y la voluntad del hombre.imaginence ,si con compromiso,entrega,empatia,pasiòn (sinonimos para mì del amor)enseñamos, ese aprendizaje no solamente serà teoria sinò tambièn carne y propòsito en ese hombre o en esa mujer que aprende.
ResponderEliminarLa pedagogía del amor es un lenguaje universal: no necesita palabras, tan solo gestos, miradas cálidas, risas cómplices, sencillez, espontaneidad. No requiere de grandes discursos: se construye en lo cotidiano: no requiere de capacitación especial: solo se trata de empatizar con los otros, de ella se aprende; se modela; se construye en el diálogo interpersonal, es algo más que pedagogía, y por ello debemos preguntarnos por el rol de la palabra del lenguaje en la instauración de un proceso de construcción del sujeto niño, niña y en el desarrollo del sujeto adulto padre, madre, docente; en la construcción de la matriz simbólica que la palabra contiene y comunica.
ResponderEliminarDe parte de Maribel Perez.
ResponderEliminarLa Pedagogía del AMOR o ARTE de los encuentros provechosos como decía José Martí,que se nutre de vivencia,añoranza, vacío, desarraigo, carencia, desamor, dependencia del qué dirán, plenitud de vivir amando cada sonido, circunstancia, hecho que a diario concede para abrillantar aún más nuestros talentos, facultades, virtudes.La educación de la pedagogía del amor, desarrolla transformación espiritual, pedagogía del cariño, pedagogía de la ternura, pedagogía de los afectos, en fin, la raíz simiente de la educación del corazón o despertador del alma, huella digital de dios en nosotros, en los otros, y de nosotros en todos sin excepción.
LA PEDAGOGIA... TEMA DE INTERÉS PARA MUCHOS DESDE LA HISTORIA ANTE DE CRISTO. Y ES QUE EL AMOR AL PRÓJIMO ES UNA MANDAMIENTO ESPIRITUAL. NINGUN DOCENTE DEBE OLVIDAR COMO ENSEÑÓ JESUCRISTO, CON AMOR, CON ESTE SENTIMIENTO SE PUEDE TODO. CUANDO MIRAMOS CON AMOR A NUESTROS ALUMNOS, SE NOS VISLUMBRA UNA GAMA DE POSIBILIDADES DE TENER EXITO EN EL TRATAMIENTOD DE CADA UNO, DESDE LA INDIVIDUALIDAD, RECONOCIENDO LAS DEBILIDADES Y FORTALEZAS. COMO EDUCADORES DEBEMOS ACEPTAR A LOS ESTUDIANTES TAL COMO SON Y COMPROMETERNOS A IMPULSARLOS HACIA EL EXITO Y ESO LO LOGRAMOS SI TENEMOS ESA MIRADA DE RESPETO Y AMOR. DEBEMOS RECONOCER LA DOMENSIÓN FORMADORA QUE TENEMOS COMO EDUCADORES, PARTIENDO DE UN SISTEMA DE VALORES MUY BIEN ARREAIGADO A LA MISION QUE DESEMPEÑAMOS. SEAMOS ESTIMULOS PARA NUESTROS ALUMNOS Y QUE SIEMPRE NOS RECUERDEN CON ADMIRACIÓN Y CARIÑO, NO COMO PROFESORES QUE LOS "DESEDUCARON", SINO COMO AQUELLOS MODELOS QUE LES PERMITIERON OBTENER UN IDEAL CON EL CUAL SE IDENTIFICARON PARA SER QUIENES SON EN SU VIDA SOCIAL, CUANDO SE FORJARON Y MANTUVIERON ESE SENTIMEINTO DE AGREDECIMEINTO POR QUE FUIMOS Y SEREMOS SU MOTIVACIÓN EN LA VIDA, FUIMOS UNA INFLUENCIA POSITIVA PARA ELLOS. UN DOCENTE DE CALIDAD TOMA MUY EN CUENTA EL CONOCIMIENTO DE LA PEDAGOGIA DEL AMOR DENTRO DEL MARCO TEORICO DE LA PSICOLOGIA DEL DESARROLLO, CONSIDERANDO QUE CADA ETAPA DEL SER HUMANO TIENE SUS EXIGENCIAS Y DEMANDAS, ES ALLI DONDE EL DOCENTE SE VUELVE COMPRENSIVO, PACIENTE, SABIO Y MUY INTELIGENTE. LOGRANDO OBTENER LA MAYOR RIQUEZA QUE ES EL AMOR Y LA IMBORRABLE HUELLA EN SU MEMORIA... DIOS NOS PREMIE POR ESO!!...
ResponderEliminar. La pedagogía del amor ofrece un abanico de posibilidades para el trabajo docente.Es necesario y vital en estos tiempos, tomarla en consideración,. Muy acertado el autor para la resolutividad de las problemáticas presentadas en las aulas de clase.
ResponderEliminar